lunes, 8 de agosto de 2011

Acoso en la escuela, datos en uruguay

Acoso escolar: cuando el niño es la víctima del maltrato de compañeros
Un 15% de alumnos de educación primaria y un 10% de secundaria son hostigados de forma cotidiana
Siempre existirá en la escuela el niño o niña que pagará las consecuencias de ser calificado como un tonto, tímido, sumiso, gordito poco deportista, demasiado estudioso o antisocial. Los estereotipos son variados, pero no por ello menos crueles. Para el estudiante que sea encasillado en uno de ellos, los años escolares pueden significar una verdadera tortura.

Carmen, la madre de Alejandra (21), sufrió en carne propia el hecho de que su hija fuera víctima de burlas. "Mi hija era tímida, usaba lentes y aparatos en los dientes. Los niños, que pueden ser muy crueles, se burlaban de ella. Me acuerdo que un día ella fue a comer a un restorán a la salida del colegio al que iban muchos chicos y un grupo de cuatro compañeras no la dejaron entrar. Se pararon en la puerta y le dijeron que no podía, que para ella estaba prohibido. Y ella, que es pura bondad, se dio media vuelta y se fue sin decir nada", cuenta su madre.

Estas situaciones se repetían con frecuencia durante sus primeros años de liceo: los nombres y calificativos escritos en el pizarrón, las invitaciones de cumpleaños que no llegaban a sus manos, las risas sofocadas cuando alzaba su voz para intervenir y los comentarios sarcásticos hicieron que se sintiera culpable de lo que le sucedía. "Siempre me decía: ‘Si no les hice nada, no me peleé con nadie, por qué me pasa esto’", recuerda su madre.

HOSTIGAR. Cuando el asedio no se limita a un hecho puntual y es sistemático y prolongado en el tiempo, puede producir severos daños psicológicos en el niño o adolescente e interferir con su desarrollo social, emocional y académico.

Los psicólogos especialistas en el tema se refieren a este fenómeno como "hostigamiento" o "acoso escolar", aunque señalan que en inglés hay un término más preciso para definirlo que es "bullying".

El psicólogo Guillermo Pérez Algorta define "bullying" como "un ataque o daño causado intencionalmente, el cual puede ser físico o psicológico, que se da en sucesivas ocasiones (no una sola vez) del más fuerte al más débil y en el cual se observa un desequilibrio de poder".

La misma imprecisión para encontrar una palabra en español que encierre el significado de "bullying" se traslada a nivel académico: hay muy poca literatura en el país que estudie este fenómeno y son pocos los colegios que incluyen un programa de prevención del hostigamiento.

"Aún no es visto como un problema en el país. En la consulta es frecuente que lleguen niños que se comportan de manera depresiva, se aíslan, tienen miedo y no quieren ir a la escuela. Los padres los obligan y rezongan, pero él lo oculta porque siente vergüenza. Entonces cuando lo llevan al psicólogo es porque está deprimido o fracasa en el aprendizaje, pero esas son consecuencias de ser víctima de acoso escolar", explica la psicóloga Beatriz Toledo.

CARACTERISTICAS. El "acoso" o "hostigamiento" se manifiesta de forma verbal en el caso de las mujeres y tiende a ser más físico entre los hombres. Empujar, patear, golpear a la salida de la escuela, amenazar al compañero, esparcir rumores, usar calificativos ofensivos, esconder sus pertenencias, excluirlo y exponerlo a situaciones humillantes son actos típicos del acoso.

"Ocurre a lo largo de todas las etapas pero es más frecuente alrededor de la pubertad, porque es un período de cambios importantes, inseguridad social y se generan dinámicas que favorecen el hostigamiento", explica la psicóloga Natalia Trenchi.

También suelen ser víctimas los niños que tienen una actitud pasiva, que son tímidos, temerosos y con poca capacidad de respuesta. "No cualquiera es víctima, y se debe hacer una buena intervención para tratar al niño acosado, al acosador y los participantes, que pueden ser pasivos o activos", asegura Trenchi.

El "hostigador", tal como se define al sujeto de las acciones violentas, puede experimentar sufrimiento, estar deprimido y con rabia, indica el psicólogo Pérez Algorta. "A veces están influenciados por acontecimientos que se suceden en la escuela o en su hogar".

A su vez, los alumnos que participan activamente o que son espectadores pero no defienden al acosado también pueden experimentar sentimientos de culpa.

Sin embargo, la mayor parte de las veces acude a la consulta clínica el niño que es víctima del acoso.

INVISIBLE. Los especialistas coinciden en que es un problema difícil de identificar, ya que el joven prefiere ocultárselo a sus padres para que no sufran o intervengan. "Todos como padres sufrimos de esa ceguera impuesta por la costumbre, de no darle una significación a un fenómeno que creemos normal, pero cuando rascamos un poco nos damos cuenta que realmente los autores del tema tienen razón y que conlleva un sufrimiento que es impresionante", asegura Pérez Algorta.

Si el joven no recurre a los padres y se lo informa al docente, éste puede tomar acciones contra el hostigador y castigarlo. Sin embargo, esto puede resultar contraproducente y fomentar aún más el hostigamiento.

"Es un acto practicamente invisible al ojo. Está calculado que dura entre 7 y 30 segundos. Si paso al lado del compañero y le susurro al oído ‘a la salida de mato’ nadie me vio ni oyó", explica la psicóloga Beatriz Batlle, que trabaja en el American School de Montevideo.

En esta escuela trabajan desde la edad preescolar con la prevención del hostigamiento. "Hay cartelería en las paredes, les leemos cuentos, tenemos el día Antihostigador, y por eso los niños saben identificar perfectamente qué es un acto de hostigamiento", asegura Batlle.

Pero cuando pasa desapercibido a los ojos de docentes y padres, el niño se siente aun más desamparado y también pasa a ser víctima de la indeferencia que hay alrededor de este fenómeno.

Qué pueden hacer docentes y padres

A nivel de educación secundaria no existe un programa de prevención del hostigamiento, tal como lo entienden los especialistas. En primaria se ha trabajado más a fondo sobre la inclusión escolar, asegura el consejero Oscar Gómez. Los ejes de intervención, tal como apunta un estudio realizado por diferentes docentes, incluye la educación emocional o del afecto, el desarrollo de la creatividad, una contención firme y comprensiva en caso de crisis e intervenir en forma intencional para ayudarlos a crear herramientas constructivas de desarrollo social. Si bien la educación en valores, emociones y afectos puede prevenir el hostigamiento, también es importante que los niños sepan identificar perfectamente cuándo se presencia un fenómeno de esta naturaleza. Para esto, los psicólogos recomiendan que en cada escuela o liceo se trabaje sobre el tema, ya sea a través de cursos, cartelería y charlas didácticas. Para los padres, se recomienda que recurran a los docentes, mantengan la calma y conversen con sus hijos para que no sientan vergüenza ni miedo de contar lo que les ocurre. En todo caso se recomienda acudir a un psicólogo que ayude a detectar señales del hostigamiento y desarrollar, junto con el niño, herramientas para que sepa defenderse y aumentar su autoestima.

Trasnscripto desde
www.elpais.com.uy/06/03/25/pciuda_208219.asp

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